28 abril 2007

El asalto

Debía ser el único imbécil de los alrededores que iba a trabajar un día de fiesta, y sobre todo, tan temprano. Un chivatazo me había despertado anunciándome el robo de la fortuna de los Martorell, un poderoso matrimonio dueño de un emporio bancario, en su apartamento de lujo en el barrio de Gracia. Aquella era una noticia bomba, así que volé hacia el coche para llegar al lugar de los hechos antes de que se plagara de reporteros y curiosos, son gajes del oficio. A pesar de la somnolencia por el madrugón, resultaba agradable conducir por la carretera de la Costa Brava, siempre tan abarrotada, y ahora insólitamente desierta. El sol comenzaba a agrietar con sus rayos el horizonte.

El impacto de una hoja blanca en el parabrisas me sacó de mis pensamientos. Al solitario folio estampado contra la luna de mi coche, le siguieron cientos de folios blancos sobrevolando el negro asfalto. ¿Qué ocurría? Deceleré con precaución, buscando el foco de tanto papel, y al girar la curva, encontré la respuesta. Un Audi TT volcado en la cuneta era el origen de aquel fenómeno extraño. Frené en seco en el arcén y salí a socorrer a la posible víctima. Mis piernas flaqueaban ante la posibilidad de contemplar un espectáculo dantesco. Los cabellos dorados de una chica asomaron por la ventanilla del conductor, y segundos después, su minúsculo cuerpo se escurría entre los hierros de la puerta y el techo del vehículo, gateando luego por la carretera.

- ¿Se encuentra bien, señorita? -pregunté. Como impulsada por un resorte, la chica se incorporó del suelo, sacó un arma de sus medias negras y me apuntó con la pistola en la frente. Todo ocurrió en una fracción de segundo.

- Al coche - dijo. Aquellos ojos felinos que me escrutaban parecían no andarse con bromas. Obedecí sin chistar. Su rostro presentaba un extraño halo de misterio y embrujo, y a pesar de que el cañón de la pistola era un incentivo aplastante para acatar sus órdenes, creo que hubiera hecho cuanto ella me pidiera. Estaba ante una de las mujeres más bellas que había visto nunca.

- ¿Has visto la película de "Bonnie and Clyde"? -me preguntó. Asentí con la cabeza, mirándola de reojo. Ella recolocó el arma en el liguero que rodeaba sus torneadas piernas, y con una pérfida sonrisa dibujada en su cara, me miró y continuó diciendo - Entonces ya sabes cuál es tu papel, querido.

13 abril 2007

Decisión ¿definitiva?

Nunca pensé que la despedida sería tan dura, pero después de tantos años de convivencia, debo decirte adiós. Te aseguro que ésta ha sido la decisión más difícil y drástica que he tomado nunca. Quizás por eso dudo cada segundo, cada minuto, cada hora del día, y me cuestiono si hago lo correcto. Sí... sé que añoraré tu presencia hasta que me duelan las entrañas... Pero, ¿cómo no extrañarte si fuiste el alma de mis más animadas charlas, la calma en mis momentos de ansiedad, mi inseparable compañía en los momentos tórridos y sensuales? En fin, el mundo sigue girando, aunque no dudes que la vida ahora será más insípida, más vacía, más fría sin tí. Y es que duele tanto tu ausencia, tabaco...