06 diciembre 2006

Monstruos

El sotano de la Facultad de Ciencias permanece aún cerrado desde el trágico accidente ocurrido hace un mes. Yo fui testigo del terrible suceso, aunque mi palabra nada vale en esta institucion. Antes que nada, me presentaré. Mi nombre es Soledad. Años atrás, era una digna profesora de Bioquímica en este centro, pero el alcohol, las máquinas recreativas y un matrimonio mal avenido hicieron que fuera expulsada y me convirtiera en la sombra que hoy en día soy. Vivo debajo del puente, los albergues para indigentes nunca me gustaron, pretenden que recuperemos la decencia perdida, pero ignoran que esa virtud nos la arrancó la vida hace ya tiempo. Me alimento de los víveres que Paco, el dueño de la cafetería de la Facultad, me ofrece. Él es el único que recuerda quién fui, Dios le guarde... Disculpen mi melancolía, a mi edad la cabeza se trastoca. Seguiré con el relato.

Aquel día salía por la puerta trasera de la cafetería con mis provisiones semanales. Bordeé la parte trasera del edificio, como siempre, no me gusta encontrarme con viejos profesores, deben ser los resquicios de dignidad que me quedan. Cuando estaba a la altura del aula de Anatomía, escuché una fuerte discusión. Reconocí la voz de Antonio, el celador que se encargaba de la conservación de los cadáveres que los alumnos de Medicina diseccionaban. Poca gente le llamaba por su nombre de pila, era más conocido como el Calavera, quizás por su rostro demacrado que no desentonaba con su sórdido lugar de trabajo. Para más inri, recuerdo que era parco en palabras, lo que le convertía en musa de todo tipo de leyendas negras en torno a su persona. Que si metía mendigos en la piscina de formol, que si hacía el amor con los cadáveres... Esta juventud de hoy en día no repara en imaginación a la hora de hacer bromas macabras. Aún así, inspiraba cierto miedo y respeto entre los estudiantes. Pero, ¿qué les iba contando? ¡Ah! la discusión.

- ¡¡Deja eso ahí inmediatamente!!- escuché a Antonio, el Calavera.

- Anda, un esqueleto del aula me habla, jajaja -contestó socarrona una voz juvenil- Antoñito, no te enfades, sólo quiero este cráneo para hacer una bromita a mis compañeros de piso, mañana está aquí.
- Mira, chaval, trae eso inmediatamente, no me toques más las pelotas.
Y comenzó el forcejeo por el cráneo al borde de la piscina de formol. El chico, más corpulento que el celador, pegó un tironazo, adueñándose del objeto de la batalla, pero con tan mala suerte que el impulso hizo que cayera a la piscina de formol. El líquido orgánico hizo que muriera prácticamente en el acto por ahogo. La policía detuvo a Antonio, el Calavera, ya que el formol fijó sus huellas en la piel del muchacho. De nada sirvieron los desesperados intentos del celador por relatar lo ocurrido aquella tarde. Las pruebas eran las pruebas. Las leyendas negras que corrían por los pasillos de las aulas empeoraron la situación del celador. Yo intenté confesar en comisaria los hechos de los que fui testigo, pero el testimonio de esta vieja borracha de nada sirvió. Al fin y al cabo, en esta sociedad ¿quién cree a los monstruos?

12 comentarios:

Blogger Pete Vicetown ha dicho...

Una amiga estudiante de Bioquimica me contó alguna vez múltiples leyendas que también corrían por la Facultad de Ciencias sobre Soledad. Una vieja profesora que se volvió loca de amor por Antonio el Celador y acabo matando a su marido para librarse de él. Nunca más se supo de ella. Algunos dicen que aún sigue merodeando por la Facultad para espiar a Antonio.

10:21 p. m.  
Blogger Gemónides ha dicho...

Todo forma parte de un teatrillo trágico-cómico. Es cierto, todo se camufla por intereses o comodidad y los testimonios de una vagabunda valen menos que el metal de los céntimos de euro.

Un relato muy cómodo de leer.

besos

G

4:14 p. m.  
Blogger Unmasked (sin caretas) ha dicho...

y las apariencias enganan

muy fluido,

besos mujer que no duerme nunca

de otra que tampoco duerme

petra

11:17 p. m.  
Blogger Insomne ha dicho...

Pete, no se me había ocurrido que Antonio fuera el amor platónico de Soledad, pero sería un interesante drama. Los amores platónicos son bellos en la adolescencia, pero frustrantes en la edad madura. Ha sido una grata sorpresa descubrir tu blog. Saludos.

Parnasso, lo más triste es que esas personas asumen su falta de veracidad ante personas "decentes", como si la verdad sólo pudiera vestirse con ropa limpia. Así es la vida. Besos.

Petra, a eso iba con el comentario que le hacía a Parnasso, las apariencias engañan, tú lo has resumido mejor. Espero que concilies el sueño. Besos.

1:40 a. m.  
Blogger Unknown ha dicho...

Dame palabras horrible ser, dejá en el ambiente tu maldito aliento de perdición y decime lo que en verdad ocurre en este simulacro de sociedad. Vamos escupi lo que tenés que decir pues sé que dentro de vos está la verdad.



Pronto vuelvo...

12:58 a. m.  
Blogger Jake Gittes ha dicho...

Al fin y al cabo, ¿de qué serviría que lo creyeran? Puede que en prisión Antonio encuentre más sentido común que en los pasillos del aula de anatomía.

4:06 p. m.  
Blogger CRITICA 33 ha dicho...

jajjajja creo que estamos quedando locos jajaj. Te quedo muy bien.

Muy buena vida para vos.

8:17 p. m.  
Blogger Insomne ha dicho...

Mar, las personas a las que menos escuchamos, son quizás las que más tengan que decir. Y es que ellos sufren en sus carnes las miserias de esta sociedad. Besos.

Jake, por lo que dices, entonces, el precio del sentido común es muy elevado. ¿Perder la libertad? Entonces casi es mejor pelear en vano en este mundo de locos. Un abrazo.

Crítica casi 33, hace ya tiempo que perdí el norte, entonces me sigue sorprendiendo que haya gente con la cabeza tan perjudicada como la mía. No es el caso de los monstruos. Un gran abrazo.

10:30 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Un trazo a veces difuso.

Pero oníricamente interesante


Gracias


Art_

5:58 p. m.  
Blogger Elías Urdánigo ha dicho...

Los monstruos no necesitamos que nos crean, estamos en la frontera, al borde del abismo, caminamos al margen y hemos rotos todos los límites. De fuera, los tipos latex pulcro, nos miran con asco y con envidia, sumidos en los trabajos que odian y haciendo siempre lo que no desean.

Aquí estoy again

Saludos

2:59 a. m.  
Blogger No_es_dificil_mi_nombre ha dicho...

Quiero mas historias de esas! Yo tambien tengo insomnio, y esto esta lo maximo para acomaniar esas horas que de otro modo, me pueden llevar a morderme hasta las unias de los pies! Feicidades!

4:10 a. m.  
Blogger Last Life ha dicho...

Este monstruo, este parásito drogadicto no necesita que le crean, con que me escuchen al desahogarme me conformo.

Claro que si el hecho de que no me creyeran me llevara a prisión, sería jódido de verdad.

2:38 a. m.  

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