05 septiembre 2006

El día después

Tanteo en la mesilla en busca del interruptor de la lámpara de la mesilla. Algo se desliza entre mis dedos. El impacto del objeto contra el suelo retumba en mi cabeza. Qué terrible resaca. Cuando finalmente alcanzo el escurridizo interrumptor, la tenue luz alumbra los vestigios de la noche anterior. Un cenicero lleno de colillas, dos copas junto a una botella vacía de vino, las sábanas arrebujadas al otro lado de la cama. Me incorporo y la noche de ayer retorna a mi cabeza.

Tu voz al teléfono sonaba firme, segura. Dijiste que pasarías por casa un rato. Subiste por la escalera y te quedaste un par de minutos en el rellano. Podía oir tu respiración agitada al otro lado de la puerta. Finalmente tocaste el timbre. Hacía un año que no nos veíamos. Te invité a pasar y nos servimos un par de copas de vino. Empezaste a hablar sin parar, evitando crear silencios incómodos. Yo te contemplaba callada, muda. Mi silencio te desconcertaba, no podías sostenerme la mirada más de cinco segundos seguidos. Me acerqué más a tí, aunque las palabras seguían sin brotar de mis labios. Podía sentir la tensión que transpiraba cada uno de los poros de tu piel. Los papeles había cambiado.

Antes amor con deseo,
ahora deseo sin amor.
Tus suspiros llenan
el vacío de mi cuerpo.

El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos. Descuelgo y al otro lado del auricular se oye una voz ronca dándome los buenos días. Callo. Por un momento pienso en colgar el teléfono, pero recapacito. Me dice que le gustó recordar los viejos tiempos conmigo. Una sonrisa irónica se dibuja en mi cara

- Yo también recordé aquellos tiempos- comienzo a decir con dulzura- Al contemplar tu miedo ayer al entrar en casa, me acordé del pánico que me daba decirte las cuatro verdades que necesitabas escuchar, temiendo perderte. Recordé mi falta de confianza, engendrada por todas tus mentiras. Ya ves... ahora los papeles han cambiado. Ayer abriste la caja de Pandora. No vuelvas a hacerlo nunca.- Cuelgo el teléfono.

El interlocutor escucha atónito el ruido de la línea, sin poder siquiera pestañear. Y es que la venganza siempre se sirve en plato frío.

5 comentarios:

Blogger Unknown ha dicho...

Jaja.
Mi contraparte esta en esa situacion, yo me burlo de su inmensidad y su dolor, tiene el amor y el deseo. Pero tambien nostalgia innata.
Ya ocurren extraniesas en esta dualidad.


P.D.
Isaac no ha leido el "El lobo estepario".

4:59 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

uuuupa que bueno esta eso de que la venganza siempre se sirve en plato frio. Por lo demas muy bueno como siempre.

Muy buena vida para vos.

10:22 p. m.  
Blogger DarkV ha dicho...

me identifique mucho con tu escrito! ando mas o menos en esos planes, la vengaza ademas de servirse en plato frio tiene un dulce muy dificil de explicar

5:43 p. m.  
Blogger Puravida ha dicho...

Hola! De visita por este blog, me gustó mucho. Por lo tanto me veré casi irremediablemente volviendo por estos pagos.

Saludos desde Argentina!

Te invito a mi blog:

http://valledesombras.blogspot.com

12:55 a. m.  
Blogger Edilberto González Trejos - Autor ha dicho...

Buen relato acá

7:15 p. m.  

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