15 julio 2006

Desencuentros

La respiración de Lucía se cortó al ver a Mario entrar en la fiesta del brazo de aquella chiquilla. El espejo junto al que se encontraba creó un extraño juego de imágenes: su rostro en primer plano contemplaba horrorizado la cara de aquella muchacha a lo lejos. Ni el impecable maquillaje ni su aire arrogante lograron disimular su rostro desencajado. Eran como dos gotas de agua, salvo que aquella niña no llegaría a los dieciséis años de edad. Lucía joven, Lucía adulta.

Lucía miró a la muchacha de reojo. Se reconoció en aquellos ojos asombrados contemplando la opulencia de la fiesta, en su inseguridad apretando la mano de Mario, en su sonrisa angelical de agradecimiento. Una linda concubina, aprendiz del ambiguo y encantador mundo del arte. Ella hace veinte años, al fin y al cabo. Pero ahora Lucía no era aprendiz, dominaba con auténtica maestría el mundillo del espectáculo.

El espejo era la clave de la venganza de Mario. El reflejo de Lucía contrastaba con la imagen de la muchacha joven, recordándole que ella ya no era tan joven ni tan bella. Había nuevas jovencitas dispuestas a sorber su sabiduría y poder. Carne fresca. Era su cruel castigo por la infinidad de amantes que habían conocido su cuerpo en los últimos años. Ni siquiera se atrevió a mirar a su (ex) marido a los ojos. Lucía se alejó de la fiesta como un animal herido que se aparta de la manada sabiendo que no puede esperar la mínima misericordia de sus congéneres.

4 comentarios:

Blogger Rex Mamey ha dicho...

Que la ficción te llene la vida de realidad y que las palabras no se estanquen en un breve y bello relato, sino que vuelen y se estrellen en los escépticos rostros.

Recién me quito de la cara el "congéneres"...

Saludos

8:18 a. m.  
Blogger Unknown ha dicho...

Descubriste mi gran temor.
Verme reflejado en un espejo en donde me encuentre con mi pasado.





Pronto vuelvo...

4:36 p. m.  
Blogger Arte ha dicho...

bien. Me gusto la esquisita ficcion que le pones.\
saludos.

11:16 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Pobre mujer. Muy bien relatada.

Buena vida para vos.

9:30 p. m.  

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