Las cuatro estaciones - Invierno

Frío.
Frío en el ambiente.
Frío en el interior.
Frío en su interior.
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Los hermanos llegaron al pueblo y se instalaron en la antigua casa de sus abuelos. Alberto comenzó a trabajar en un pequeño almacén del pueblo y María encontró trabajo como secretaria en Santiago de Compostela. Hace un año, cuando Alberto trabajaba de informático, aceptar aquel trabajo de almacenero le hubiera parecido rebajar su estatus social. Ahora veía que ese puesto en el almacén era un regalo caído del cielo. Un trabajo honrado que le permitía vivir sin preocupaciones.
El cambio les sentó bien. Sus fantasmas quedaron en Madrid. En la Costa da Morte sólo existen fantasmas en las leyendas de las meigas.
No podía distinguir a la persona que se encontraba en el interior del coche. Las lunas eran tintadas. La puerta del vehículo se abrió y un hombre corpulento salió de él. Debía de medir más de dos metros. Su cara de pocos amigos no le inspiró demasiada confianza.
- Oiga, no sé de qué me habla- contestó Javier. Su instinto le anunciaba un serio peligro.
Javier notaba cómo perlas de sudor frío inundaban su frente. Sus piernas comenzaban a flaquear. El corazón le bombeaba demasiado deprisa. El pánico estaba invadiendo su cuerpo. Contempló atónito cómo aquel gigante sacaba un arma de su bolsillo y le quitaba el seguro. Una detonación se escuchó en los alrededores de la sierra.
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Nota: Javier, María, Alberto y Marta son personajes circunstanciales de esta tragicomedia llamada vida. Sus historias no tienen final porque la vida da tantas vueltas como el tiempo en las cuatro estaciones. El desenlace queda abierto a la imaginación del lector.
6 comentarios:
Decirte esto no suena bien, pero te confieso que tus cuatro estaciones ha sido de lo mejor que he leído últimamente. Solo me queda agradecértelo.
Pienso que serías una gran escritora de novelas y yo un fiel lector de todas ellas.
He decidido dejar de escribir en mi blog.
Un abrazo
Si eres quien yo pienso, me da muchísima lástima este comentario. Espero que, aunque no escribas cara a la blogosfera, no dejes de escribir nunca, porque lo haces de forma impecable.
Eres un gran humanista, ya lo sabes. Captas muy bien la esencia del comportamiento humano y eso es vital para escribir bien.
Un beso.
Gracias, no dejaré de leerte.
otro b.
Te sigo leyendo.
saludos.
frío, azul, intenso, sobre el blanco, frío de no sentir, de escarcharse en una historia, de dentener el tiempo entre nubes de vapor, frío de contar historias para apenas calentarnos un pokito, frío de manchas, de mechas ke no se encienden, o de las otras, las ke no se apagan cuando las soplan, cuando todos dejaron de cantar -y terminan siendo apenas un fuego fatuo, sin símbolo, de pura broma. frío de intensidades...
¡qué genial y seco frío!
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