20 junio 2006

Al sur de Granada

Era un día normal de playa. El sol estaba vertical y me senté junto a la orilla con un amigo. Allí soplaba una brisa suave, agradable. El mar jugaba con nuestros pies. Si nos quedábamos callados, tirábamos piedras a ras del agua y las veíamos rebotar sobre las olas hasta que la gravedad ganaba la partida y las sumergía. Entonces apareció él y empezó a hablar con Luis. En todos los veranos que había pasado en aquella playa, era la primera vez que veía a aquel chico moreno, delgado, de ojos brillantes y sonrisa amplia. La extrañeza fue mutua, porque él también me contemplaba con curiosidad. Aquella tarde apenas cruzamos un par de palabras.
Luego vendrían las miradas furtivas de las salidas nocturnas, las sonrisas cómplices en medio de las conversaciones, las preguntas indiscretas a solas. Hasta que aquella noche decidí aparcar mi timidez y darte el primer beso. El resto de la noche estuvimos en un rincón perdido en la playa descubriendo la sensualidad de nuestros cuerpos. Y así pasaron dos veranos más. No importaba con quién o cómo hubiéramos pasado ese año. Tras el recelo del primer día, sabíamos que el verano era para nosotros dos.
Pero el tercer verano fue distinto. Un día me preguntaste qué sentía por tí. No supe qué contestar. Las reglas del juego habían cambiado. Aquél ya no era nuestro juego. Sabía que mis palabras podían hacerte daño. Y me asusté.
Aquel día debimos hacernos mayores porque no volvimos a jugar.

5 comentarios:

Blogger Javier Alonso ha dicho...

Sí, al final llega el momento en que hay que definirse y eso no es para jugar. Sí o no, no hay opción entre medias.

Muy bello, ya lo sabes.

Buenas Tardes Madame.

6:42 p. m.  
Blogger Insomne ha dicho...

Es cierto, este juego es entre dos personas. En el momento que una no participa, se convierte en un juego muy cruel.
Muy certero al elegir Lisboa... Una ciudad con una gran dosis de melancolía.
Un cálido abrazo para vos.

7:18 p. m.  
Blogger Javier Alonso ha dicho...

Solo vengo a desearte buenas noches, soy un poco pesado, lo reconozco.

Pues eso, disfrute mientras la ciudad duerme, Madame.

12:58 a. m.  
Blogger Rex Mamey ha dicho...

Qué buena narración, sobre todo por la concisión y porque tus palabras cuentan lo que deben contar.

Al final, lo maravilloso del juego (esa pureza, esa comunicación sin obstáculos, etc.) se pierde cuando entran "en juego" las leyes del ser humano y el pretender ir siempre más allá de todo. Ventajas y desventajas. En cuanto a mí, lo lúdico, espero, jamás desaparecerá de mi vida.

Saludos.

6:44 p. m.  
Blogger Insomne ha dicho...

Todo tiene su momento, creo. Hay épocas en las que se está mejor sólo, otras acompañado por una persona, y otras con una persona diferente cada semana. Cualquiera de ellas debe de ser lúdica, no hay que dejar de jugar nunca. Gracias por tu comentario, Rafael. Más saludos.

Gemónides, sabes que siempre eres bienvenido. Me gusta saber de tí. Buenas noches.

8:59 p. m.  

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