23 junio 2006

Las cuatro estaciones - Primavera

- Joder, este polen me va a matar... - murmuró para sí Javier después del enésimo estornudo del día. Iba de camino a la oficina y tenía que atravesar aquel parque que era su cruz del mes de mayo. Donde los demás veían un bello jardín de flores, él veía un foco de estornudos, picores y lágrimas. Si su astenia primaveral no era suficiente tortura, para colmo de males, esa tarde llegaban unos clientes de Barcelona.

- Un bonito día, sí, señores...- farfulló.

Al menos, el día tenía un pequeño aliciente, María, una becaria que había comenzado a trabajar en aquella triste oficina hacía pocos meses. Era una belleza morena, de curvas espectaculares, que alegraba la vista a cualquiera. Las penas no eran tan duras cuando entreveía sus piernas por la mesa del despacho.

---------------------------------------------------------------------
Las siete sinfonías del Apocalipsis resonaban en la cabeza de María. Tenía una resaca monumental y aún le quedaban tres horas para salir de trabajar. La tarde anterior había quedado a tomar un café con una vieja amiga. El café dio paso a las cervezas, y las cervezas a las copas. Habían acabado en un antro terrible rodeadas de híbridos de pulpo y buitre. María les sonreía, sabía que le invitarían a copas con el sueño de llevársela a la cama. Era muy consciente del impacto de su físico. Sin ir más lejos, estaba harta de las miradas que lanzaba su compañero de trabajo a su escote.

- Un día de éstos, voy a venir vestida como una monja. Y se cerró el kiosko, chato.- pensó.

De repente, recordó que aún no había colgado en la red el currículum que le había dejado su hermano.

- Pobre Alberto, él sí que lo está pasando mal, y yo me quejo de una simple resaca.
-------------------------------------------------------------------
En la otra punta de la ciudad Alberto preparaba una cena para dos en un pequeño apartamento. Era su primer aniversario de boda, pero el dinero no llegaba para irse de cena con su mujer. Después de diez años trabajando como informático para aquella multinacional, le habían puesto de patitas en la calle sin ningún escrúpulo. Ajuste de personal por falta de presupuesto, alegaron. Encontrar un trabajo ahora resultaba complicado. A las empresas les compensaba contratar a jovencitos a precio de esclavo, que contratar a un hombre con su experiencia. Se hubiera venido abajo si no hubiera sido por el apoyo de Marta. Ella trabajaba de enfermera en un hospital y los últimos meses no paraba de hacer guardias por las noches para poder pagar el piso a fin de mes.
- Y aún tiene fuerzas para sonreirme al llegar... qué linda - sonrió pensando en ella y continuó preparando la cena.

--------------------------------------------------------------------
Marta había terminado su turno. La guardia de aquella noche había sido terrible, no había dormido nada. Dos partos y tres accidentes que resultaron mortales. Vida y muerte en paralelo. Qué paradoja. Se cambió y se miró en el espejo de los servicios del hospital. El cansancio había hecho mella en su rostro. Aquellas ojeras le hacían cinco años mayor. Salió al pasillo y se cruzó con Carlos, un residente de su planta.

- ¿Has acabado ya? Vaya, pareces cansada... Tanto trabajo es perjudicial para la salud ¿lo sabes, verdad? Oye, yo termino ahora, ¿te apetece tomar algo en el bar de la esquina y así te relajas un poco?

Marta se encogió de hombros. Sus últimas semanas se habían limitado a un lineal despertar-autobús-trabajo, así que no le pareció mal saltarse un poco la rutina. Esperó a que Carlos se cambiara y llamó a su marido. Un tono, dos tonos, tres tonos... No cogía el teléfono. Le dejó un mensaje en el buzón de voz.

- Alberto, soy Marta. Llegaré tarde, no me esperes para cenar.

5 comentarios:

Blogger Javier Alonso ha dicho...

Vaya... que buenos mini-relatos. EL final es tan ácido como real. Me han encantado Madame, no es complacencia gratuita, se lo digo con la verdad.

Espero poder seguir disfrutando de su literatura.

Un placer, lo reitero.

5:43 p. m.  
Blogger Insomne ha dicho...

Es un elogio viniendo de alguien que escribe como vos, Milord. Esta noche de insomnio voy a quemar mis desvelos junto a la hoguera. Feliz noche de San Juan.

10:57 p. m.  
Blogger Lucia ha dicho...

si tan solo dejaramos de quejarnos el paisaje seria un poco mas claro. Buen trabajo.

5:23 p. m.  
Blogger Sra. Chayo ha dicho...

Y luego Alberto salió a buscar a Marta pero se encontró con María. Y María le contó sobre Alberto a Alberto y descubrieron que no tenían madre común ni nada, sino que era el capitulo final de un libro de houellebecq.

Saludos!! Me encantó, de verdad.

7:48 p. m.  
Blogger Insomne ha dicho...

Gracias por descubrirme a Houellebecq, Andrea. Es tremendamente cáustico. Me gusta.

6:33 p. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio