22 octubre 2006

El farero

En el corazón de la bahía, se contempla una pequeña isla coronada por un faro. El único residente insular es el farero, un hombre de poblada barba blanca y ojos brillantes, siempre ataviado con una gorra de capitán y una chaqueta de lana negra. Su paz sólo se ve turbada durante el estío cuando algunos veraneantes se aventuran a llegar a la isla en barcas o a nado desde la costa. El resto del año su única compañía son los libros que va apiñando en los peldaños del faro. De vez en cuando sí rompe su buscada soledad y se acerca al puerto para comprar víveres y tabaco. Los pescadores le saludan con una sonrisa cómplice, que él corresponde con una inclinación de cabeza. Apenas da conversación a los lugareños, la vida en el faro le ha convertido en un ser algo taciturno. Luego vuelve a su atalaya donde pasa horas contemplando el mar embravecido, un mar infinito, sin ley ni amo. Los días de tormenta se sienta junto a la ventana con un café bien caliente y pasa las horas contemplando los dibujos que trazan las gotas al chocar contra el cristal. Sólo entonces añora la calidez del cuerpo de aquella chica rubia de su juventud...

14 comentarios:

Blogger gallardo ha dicho...

Para la nostalgia del cuerpo que no esta, no hace falta faros ni islas, solo la perdida, la distancia, la soledad.
Bella la historia amiga insomne.
Yo se conozco bien ese tema.

11:24 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Ganando Octubre el barlovento a los infiernos. Invierno en el cristal y el siseo del viento por las juntas. Un faro y la noche… o todas, velando la silueta rubia que se mece por la línea del horizonte, iluminada a in-ter-va-los hasta quedarse dormida sobre las gotas de sal y marejada de su sinople blasón. Detrás de ese mar… el silencio.

Por cierto... siempre hace falta un faro. Yo sigo construyendo el mío.

3:01 a. m.  
Blogger //delett ha dicho...

Las ansias de la vida bailan como un mar turbulento. Aguardan tácitas, siluetas que tal vez reconformen la sonrisa lacerada que un día se extinguió. O que el tiempo jadeante, logre sumirnos en las profundidades de la inexistencia

6:16 p. m.  
Blogger Unknown ha dicho...

Por que el mar quiere que lo observen siempre en soledad?




Pronto vuelvo...

4:52 p. m.  
Blogger Insomne ha dicho...

Gallardo, estoy de acuerdo contigo, la melancolía no necesita localizarse en un sitio concreto. Es ubicua.
Abrazos.

Macondo, detrás del mar no siempre hay silencio, puede haber un arrullo de las voces de dos amantes. Besos.

Bienvenido, fatídico. El mar tiene la cualidad de atrapar al que lo observa, haciendo que éste se olvide de su vida por un instante. Gracias por tu visita.

Mar, tan placentero es contemplar el mar sólo como acompañado. En esta ocasión la historia giró en torno a un hombre solitario, sólo eso. Besos.

5:23 p. m.  
Blogger AlmaCaraluna ha dicho...

Bueno, sin lugar a dudas el mar te atrapa a la primera que lo ves...

Saludos con destellos de luna.

4:22 p. m.  
Blogger Pildora ha dicho...

dejando las respectivas huellas

7:50 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Muy bueno como siempre y esta vez navegue hasta la oscuridad de la luz.

12:36 a. m.  
Blogger Puravida ha dicho...

Muy bueno, me gustó mucho, como todo lo que escribes.

Te dejo un abrazo!

Saludos!

2:41 a. m.  
Blogger Pildora ha dicho...

donde estas?-- el mar no te pudo haber llevado -------------

4:19 a. m.  
Blogger Pildora ha dicho...

donde estas?-- el mar no te pudo haber llevado -------------

4:22 a. m.  
Blogger Ambar ha dicho...

El mar...., a veces parece que solo él puede entender perfecytamente nuestra pérdida y acompañar nuestra nostalgia!

11:41 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Que texto delicioso y perfecto, me duele un poco su belleza.

A.

7:25 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Pase a saludarte pero no te vi.

Muy buena vida.

5:36 p. m.  

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